RELATOS: "LUCES MORTALES" ("DANZA DE MANIQUÍES", 2024, INÉDITO)
Cuando vio entreabrirse la puerta, Pepe, quien alguna vez había sido don José Boadilla, intuyó de inmediato que su existencia estaba a punto de acabar. Se cubrió con las mantas, con la esperanza de que la muerte que se cernía sobre él pasara de largo. Todos sus sentidos se aguzaron, mientras sus pensamientos rebotaban dentro de su cerebro en busca de una vía de escape. No había tiempo para la huida. Sobre aquel colchón demasiado usado, detrás del chirrido lento y afilado de las bisagras, el anciano balbuceó una plegaria desesperada:
—¡¡¡Padre, padre del cielo, ten misericordia…!!! ¡¡¡No dejes que me lleve!!!
La puerta se abrió por fin del todo, dejando pasar por completo la amenazadora irradiación amarillenta del pasillo; una sombra siniestra se proyectó sobre la cama.
—¿Pepe…? Pepe, ¿qué coño te pasa? ¿Estás soñando? Soy Ovidio, tu casero… ¿Me pagas hoy por fin el mes, o qué?
Cuando Ovidio, que siempre había sido nada más que Ovidio, extrañado ante el silencio absoluto de Pepe, quien alguna vez había sido don José Boadilla, lo desarropó, convencido que nunca había visto a nadie tener un sueño tan agitado y tan pesado, se dio cuenta de inmediato que habría sido una idea mucho mejor haber vendido la puta pensión a aquella empresa constructora ocho años atrás. Cuánta razón tenía mamá, que Dios la tenga en Su Gloria: tener un solo inquilino nunca resultó rentable. Y mucho menos, uno tan tacaño.
© PABLO CABRERA, 2023
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