RELATOS: "UN ADIÓS" (SUITE TARDÍA).




“Pero, sobre todo, el mar llama”. (Alessandro Baricco)


Un adiós. Frío, triste. Eso era lo único que quedaba. Nada más pronunciarlo, se había disuelto en el aire. Aquel hermoso todo había quedado en una grotesca nada. Ya no escuchaba sus pasos: la avenida y el gentío se los habían tragado.

Decidió caminar, de nuevo sin rumbo. Las calles le parecían espantosas; la gente, estéril; la lluvia, impertinente.

Sin darse cuenta, o así le pareció, llegó hasta el puerto. Los barcos, en su épica lejanía, parecían dar palabra de primicias, de libertades, de esperanzas.

Había parado de llover. Se sentó en un banco, con el alma aún más fatigada que las piernas.

Su mirada se obstinó en el horizonte, donde lo alto y lo profundo se aletargan. Le pareció, de pronto, que algo se estremecía muy adentro, como si un enorme y recóndito peso se diluyera en una miscelánea de pena y regocijo, algo como un suspiro, algo como un sollozo.

Entonces comprendió. Con la mirada disuelta en el punto en que el cielo y el mar convergen, vislumbró que esa belleza azul era la herramienta de la que se valía algún dios (quiso llamarlo así a fin de no volver a llamarlo desconsuelo) para que no se sintiera culpable de sonreír.

 

© PABLO CABRERA 2022

 

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