RELATOS: "NEÓN" (SUITE TARDÍA", 2024)


 NEÓN

“El desengaño camina sonriendo detrás del entusiasmo” (Madame de Staël)


La tarde parece seguirme los pasos. A cada cambio de mi ánimo hacia una estatura más sombría, el cielo parece oscurecerse gradualmente, como si quisiera acompasarse a aquel descenso de mi alma a los infiernos de la evocación.

No reparo en la gente con la que me cruzo. Alguien, incluso, me saluda con la mano, pero no acierto a prestarle la más mínima atención. Algún día me preguntaré quién era.

Las calles, ahogadas bajo el peso del crepúsculo pastoso, parecen recobrar levemente un retazo de vida cuando un aguacero arrítmico comienza a precipitarse sobre ellas. Las personas corriendo en busca de cobijo, el roce de los neumáticos sobre el asfalto, la balada de agua sobre los toldos… Todo me canta un nombre único. En las farolas que comienzan a encenderse, inspiradas por esa mano ignota de que regula semáforos, pasos a nivel y coreografías urbanas, me parece hallar, iluso de mí, destellos esperanzadores.

Sin embargo, pronto sé que todo es menos que un delirio, solo una esperanza corroída fríamente por la distancia, por la ausencia y por mis celos de toda frontera, de cada tren, de cualquier transeúnte y de esta ineficacia que siempre pone el punto final en todas mis vanas intentonas de ser para alguien, si no único, acaso lo menos prescindible posible.

Me detengo, confuso. A derecha e izquierda, los escaparates, mirando hacia el exterior con aquella especie de pupilas descaradas, ávidas y circundadas de neón, me hacen las veces de alienistas luminosos tratando de descifrar mi espíritu de pobre loco o de borracho ineficaz. Y sí, eso precisamente es lo que soy. Un loco de amor, un borracho de nostalgia. Me deslizo discreto en una cafetería atestada de solitarios y errantes y, frente a una postrera taza de té de color inefable, escribo mis últimas quejas: hablan de nacer de nuevo aquí, en la ciudad, hablan de volver a verla siquiera un instante, siquiera en cualquier bulevar, y por encima de todo, hablan de la estúpida dicha de ser capaz de beberme de un solo trago tanta desolación.

© PABLO CABRERA 2022

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