RESEÑAS: “LA CARRETERA”, DE CORMAC MCCARTHY (2006).





Estamos ante una obra que se adentra al unísono en lo más sombrío de la humanidad y en la desolación del entorno, al tiempo que expone una profunda reflexión sobre el amor, la moralidad y la resistencia del espíritu humano. Se nos abre, desde las primeras páginas, la cruel cotidianidad de un padre y su hijo, transitando obligatoriamente el paisaje post-apocalíptico de un mundo que ha sido arrasado por un cataclismo que se intuye pero no se desvela. La atmósfera que McCarthy crea es casi palpable: un mundo gélido, despojado de otro color que no sea el gris, donde la vida humana como la conocemos parece haberse extinguido y todo, lo último y lo único que queda es la lucha individual por la supervivencia.


La relación entre adulto y niño es el eje central de la narración y el leit motiv que nos conduce, como lectores, por los caminos hostiles por los que se mueven obligatoriamente los protagonistas. En todas y cada una de sus páginas, McCarthy examina las motivaciones más profundas de la naturaleza humana. Si bien el entorno es bestial y despiadado, la ternura y el amor entre ambos personajes ofrecen una chispa de luz en un mundo que ha perdido prácticamente todo lo que de humano podía haber tenido. La constante preocupación del padre por su hijo, incluso cuando las circunstancias lo obligan a tomar decisiones desgarradoras, resulta conmovedora e inquietante. La figura del padre, protector y desolado a sabiendas de que su tiempo de vida se agota, es un reflejo del sacrificio y la desesperación, pero también de la esperanza en lo más pequeño, incluso cuando todo parece perdido.


La prosa de McCarthy es minimalista y fragmentada y transmite inmejorablemente la atmósfera de la novela. Las frases cortas, casi telegráficas, desprovistas de la puntuación tradicional, favorecen la sensación de urgencia, de iniquidad y de desconcierto, como si el lenguaje mismo se desmoronara bajo el peso de la catástrofe. A pesar de la falta de diálogo explícito sobre el colapso del mundo, la novela comunica de manera poderosa la violencia tácita y las implicaciones morales e inmorales de un entorno sin leyes ni reglas salvo las de la pura supervivencia.


A lo largo de la obra, la dicotomía entre opuestos significativos como la vida y la muerte, el bien y el mal, lo íntegro y lo obsceno, se presenta de manera ambigua. McCarthy desdibuja las fronteras entre estas categorías. No ofrece respuestas fáciles, sino que, por el contrario, desafía al lector a reflexionar sobre qué significa ser humano cuando la civilización ha dejado de existir como tal y los recursos más imprescindibles escasean. Las elecciones que los personajes toman al enfrentarse a decisiones extremas nos invitan a cuestionarnos hasta qué punto la moralidad es un constructo social o una necesidad indisociable del ser humano.


“La carretera” es una novela que deja a su paso por nuestra mirada lectora un rastro gris como el paisaje pesimista que nos pinta, pero un rastro que apetece seguir en alas de la literatura. Belleza en medio de la desolación, compasión entre la ausencia y el dolor. Cada página, cada escena, escudriña los límites de la resistencia humana y nos grita aquello que queda cuando todo lo demás ha desaparecido: la pura conexión humana y el amor incondicional, el único capaz de sobrevivir incluso en los momentos más oscuros. 


Con un estilo austero y emocional, McCarthy nos lega una obra que sigue resonando mucho tiempo después de su lectura. Nos invita a una reflexión sobre la fragilidad de nuestra existencia y ensalza la suma importancia de aquello que persiste, incólume, más allá de cualquier destrucción.


© PABLO CABRERA 2025


Comentarios

Entradas populares